La flexibilidad del idioma

Ángel Ortega

Hace un tiempo mi chica y yo fuimos después de cenar al pub irlandés del barrio, en el que ponían cervezas de barril muy ricas. Aunque aquel sitio estaba normalmente lleno de gente (sobre todo a aquella hora), ese día había solo un par de parejas y un grupo al fondo. Detrás de nosotros se asomó por la puerta una pareja joven, la chica miró a su alrededor y dijo:

—Paso, hay mazo de poca peña.

Si escuchas una frase tan retorcida y surrealista y la entiendes es que el idioma es realmente flexible.