Un personaje llamado Ambrose Bierce

Ángel Ortega

Hay un tipo peculiar llamado Ambrose Bierce (el anterior no es un enlace a su blog personal, sino a un sitio web que recopila sus trabajos). A no ser que seas aficionado a la literatura estadounidense de la segunda mitad del XIX, quizá solo lo conozcas por referencias de otros autores o por una de sus obras más emblemáticas, el Diccionario del Diablo, un auténtico derroche de sarcasmo y mala hostia.

Si te gustan las historias macabras y de terror, muchos de los patrones han sido inventados por él. El final inesperado, que en estos días parece imprescindible en el género, fue cosa suya; el recurso «¡Hostias, estaba muerto desde el principio de la historia!» también se le ocurrió a él primero. Y escribió piezas surrealistas de horror cósmico que fueron el abono para lo que luego elaboraron Lovecraft y sus compinches: sitios y personajes chungos como Carcosa, Hastur, Hali... salieron de su coco primero.

Pero no voy a hablar aquí de sus logros literarios, sino de puro cotilleo.

Me llamo Ambrose Bierce, escribo de puta madre y soy mucho más guapo que tú.

Ambrose Bierce nació en los Estados Unidos en 1842. Vivió en una cabaña en medio del campo con sus padres y trece hermanos: Abigail, Amelia, Ann, Addison, Aurelius, Augustus, Almeda, Andrew, Albert, Ambrose, Arthur, Adelia, and Aurelia (el que llevaba lo de los nombres por allí debía tener algún transtorno obsesivo-compulsivo).

Se hizo adulto en plena Guerra de Secesión Americana y se alistó por el bando unionista. Se pasó casi media vida dando tiros y viendo heridas y horrores y eso se nota en las historias que cuenta.

Ya licenciado del ejército encontró curro de periodista y se hizo algo conocido por sus columnas mordaces y cargadas de retranca. Sus mejores momentos ocurrieron bajo las órdenes de un tal William Randolph Hearst en su periódico The San Francisco Examiner. Durante aquellos días se había descubierto un escándalo de corrupción: Las compañías ferroviarias Union Pacific y Southern Pacific, deudoras de un préstamo astronómico de 130 millones de dólares de entonces al estado, untaron a un mequetrefe del congreso para aprobar la condonación de esa deuda. Hearst encargó a Bierce dar el latazo con este tema, cosa que él hizo de forma magistral con sus habilidades especiales de mosca cojonera. Tanto cabreó al presidente de las ferroviarias que este, en mitad de las escaleras del Capitolio, estalló y le preguntó a voces cuál era su precio. Bierce le soltó:

"My price is one hundred thirty million dollars. If, when you are ready to pay, I happen to be out of town, you may hand it over to my friend, the Treasurer of the United States"

que es algo así como

«Mi precio son ciento treinta millones de dólares. Cuando estés listo para pagar, si resulta que no estoy en la ciudad, se lo puedes dejar a mi amigo, el Tesorero (Ministro de Hacienda) de los Estados Unidos»

En otros casos estuvo involucrado en polémicas misteriosas. En 1900 mataron a un gobernador de Kentucky llamado William Goebel; fue una muerte turbia sobre la que Bierce escribió un poema que contenía esta estrofa:

The bullet that pierced Goebel's breast
Can not be found in all the West;
Good reason, it is speeding here
To stretch McKinley on his bier.

En ella sospecha sobre los orígenes y causas de ese asesinato y dice que la bala que perforó el pecho de Goebel vuela hacia el féretro de McKinley; un año después, en 1901, alguien mató al presidente William McKinley de un disparo. Bierce fue acusado de incitación al crimen e incluso de estar involucrado en ello; nadie pudo probar nada.

Su mente ágil detectaba a los aduladores y no tenía piedad: el crítico William Dean Howells dijo que «El señor Bierce está entre nuestros tres mejores escritores». Bierce, cuando escuchó esto, añadió: «Estoy seguro de que el señor Howells es los otros dos».

El apoteosis del personaje Ambrose Bierce ocurrió cuando tenía 71 años. En lugar de sentarse a ver avanzar las obras del barrio o a hablar de los perdidos valores de las nuevas generaciones, él cruzó la frontera de México hasta Ciudad Juárez para unirse al ejército de Pancho Villa. Todo esto es un misterio; no se sabe qué buscaba allí ni cuáles eran sus intenciones. Y eso fue todo. Desapareció y no se supo más de él.

Siendo como era, ha sido personaje de un montón de obras literarias. Hay una especialmente famosa llamada Gringo Viejo, que es un decepcionante libro de Carlos Fuentes del que también hay película, igualmente decepcionante pese a que Bierce está representado por Gregory Peck. También aparece en otras obras de Ray Bradbury, Robert Heinlein y hasta en Abierto hasta el amanecer 3: La hija del verdugo.

Afortunadamente, su obra literaria es suficientemente antigua como para haber precedido al sabotaje de las leyes de propiedad intelectual perpetrado por el mundo Disney y otras sabandijas, así que todos sus relatos son dominio público. Si puedes, léelo en inglés; su vocabulario y gramática es simple y se entiende muy bien.

Cosas que hay que leer de Ambrose Bierce:

Estos fueron los hechos comunicados al medium Bayrolles.