Carl Sagan, El Mundo y sus Demonios:
"Mis padres murieron hace años. Yo estaba muy unido a ellos. Todavía los echo terriblemente de menos. Sé que siempre será así. Anhelo creer que su esencia, sus personalidades, lo que tanto amé de ellos, existe –real y verdaderamente- en alguna otra parte. No pediría mucho, sólo cinco o diez minutos al año, por ejemplo, para hablarles de sus nietos, para ponerlos al día de las últimas novedades, para recordarles que los quiero. Hay una parte de mí –por muy infantil que suene- que se pregunta dónde estarán. «¿Os va todo bien?», me gustaría preguntarles. La última palabra que se me ocurrió decirle a mi padre en el momento de su muerte fue: «Cuídate».
"A veces sueño que hablo con mis padres y, de pronto, inmerso todavía en el funcionamiento del sueño, se apodera de mí la abrumadora constatación de que en realidad no murieron, que todo ha sido una especie de error horrible. En fin, están aquí, sanos y salvos, mi padre contando chistes malos, mi madre aconsejándome con total seriedad que me ponga una bufanda porque hace mucho frío. Cuando me despierto emprendo un breve proceso de lamentación. Sencillamente, algo dentro de mí se afan por creer en la vida después de la muerte. Y no tiene el más mínimo interés en saber si hay alguna prueba consistente de que exista."
Sé que no estás en ningún sitio, papá. Pero te echo de menos igual.