El Ypaqué es una bestia huidiza que suele medrar en los alrededores de las mentes de los artistas. Es raro aquel que no haya experimentado su presencia; hay quien dice que se alimenta de las frustraciones, de la necesidad y de la falta de esperanza.
Nadie sabe a ciencia cierta qué aspecto tiene; no siempre es fácil percibir que un Ypaqué anda cerca. La única forma de detectar que merodea alrededor de un artista es si a este se le escucha decir frases como las siguientes:
«¿Y pa qué voy a seguir escribiendo, si para las editoriales nunca encajo en su línea editorial?»
«¿Y pa qué voy a subir más audios de mi música, si el algoritmo siempre favorece a los mismos?»
«¿Y pa qué presentarme a más concursos, si están todos amañados?»
«¿Y pa qué voy a formarme en esta nueva materia, si el Sol acabará convirtiéndose en una gigante roja?»
«¿Y pa qué tanto crowdfunding / presentaciones / promociones, si al final no voy a ganar dinero ni para comprarme un billete de autobús?»
El Ypaqué puede resultar contagioso entre personas con patologías previas.
Cuando un Ypaqué empieza a parasitar a un artista, la cura es difícil. No basta con ser consciente de que está ahí; hay quien dice que, una vez entra, ya nunca sale, porque proporciona una clarividencia al artista de la que rara vez se recupera.
A veces un pequeño triunfo, por nimio que sea, puede hacer que un Ypaqué se repliegue provisionalmente de la mente del artista en la que se hecho un hueco y proporcione la falsa sensación de que ha desaparecido. Pero, una vez que el Ypaqué ha plantado su semilla y horadado su hueco, puede volver inmediatamente en el siguiente revés.