—Dentro de unas décadas —dijo el capitán— ocurrirá una gran crisis energética: el petróleo se acabará, se demostrará que la energía eólica y la solar son un camelo imposible de rentabilizar y el mundo se sumirá en el caos. Las grandes potencias se colapsarán por su incapacidad de ponerse en marcha; los países exportadores de petróleo, habiendo perdido su única fuente de presión a los países más poderosos y diezmados por continuas invasiones por parte del primer mundo para robarles las últimas reservas de crudo, se exterminarán unos a otros en un arrebato de fervor religioso.
»Por supuesto, se volverá a utilizar la energía nuclear, que es lo único que de momento se conocerá como suficientemente rentable. Las centrales nucleares proliferarán y los dispositivos de seguridad se descuidarán, lo que ocasionará terribles accidentes que dejarán gran parte del globo inhabitable e inutilizable para nada más que almacenar residuos radiactivos.
»Pero en medio de todo este derrumbamiento un científico catalán llamado Nicolás Alset descubrirá de forma fortuita una nueva fuente de energía mientras investiga cómo viajar a realidades paralelas. Debido a la diferencia de potencial entre ambos universos cuando se abre un portal se libera una gran cantidad de energía; Alset, concentrado en su propósito, siempre considerará esta descarga como residual y como una molestia para la consumación de su verdadero proyecto. Inventará un sistema de almacenamiento de energía para encapsular esas descargas que acumulará en el sótano de su laboratorio hasta que uno de sus experimentos fallará, enviará los átomos disgregados de Alset a vete tú a saber dónde y sus avances se perderán para siempre. Los receptáculos de energía, veinticuatro en total, permanecerán ahí ocultos durante casi un siglo sin que nadie repare en ellos.
»Por otra parte, un equipo de la universidad de Islamabad producirá grandes avances en biomecánica y prótesis, que harán que la tecnología cyborg se desarrolle en veinte años a toda velocidad y se convierta en un pequeño incentivo al consumo para la maltrecha sociedad. Estos implantes, aunque serán funcionales, tendrán durante muchos años un único problema: su fuente de energía basada en una pila atómica, que resultará poco efectiva y terriblemente contaminante.
»La tecnología de implantes biomecánicos se estancará durante décadas hasta que un especulador inmobiliario llamado Petrus comprará el antiguo laboratorio de Nicolás Alset para tirarlo abajo y hacer una colonia de chalés. Las obras de derribo del laboratorio permitirán el redescubrimiento de las pilas de energía de Alset y Petrus, que será un tipo avispado, las aprovechará en su propio beneficio y las venderá al mejor postor, retirándose para siempre.
»Estos gigantescos receptores de energía caerán en diferentes manos pero los más significativos serán tres: uno en los devastados Estados Unidos, el segundo en Europa y el último en la India.
»Otro tipo, un tal Stringy, publicará un documento con las especificaciones para combinar las pilas de energía con la biomecánica y llegará al avance definitivo que acabará con todo rastro de vida en la tierra: el superhombre. Las tres grandes potencias avanzarán cada una por su lado en implementar estas tecnologías. El prototipo de Estados Unidos fallará y una enorme explosión destruirá todo el país dejando solo a dos candidatos: Europa y la India, que decidirán que la única forma de repartirse el pastel sobrante es involucrarse en una guerra de aniquilación en la que solo puede quedar uno.
»Un tipo llamado Grunfink se presentará voluntario para ser el soldado europeo y se someterá a las modificaciones necesarias para convertirle en el último combatiente: la India, por su parte, elegirá a un comandante del ejército llamado Krashna. Las operaciones quirúrgicas funcionarán de forma diferente: mientras que Grunfink mantendrá (aunque algo dañada) su voluntad humana algún proceso defectuoso destruirá gran parte del intelecto de Krashna convirtiéndolo en un maníaco homicida sin rastro alguno de piedad ni sentimientos.
»El día 1 de marzo de 2111 a las 9:58 de la mañana Grunfink y Krashna empezarán una lucha de ciento ocho años durante la cual acabarán con toda la vida terrestre y marina y con toda la esperanza para el planeta. Llegado ese momento sin vuelta atrás posible Grunfink abandonará y se retirará para esconderse.
»Así, con Krashna buscando a Grunfink y este ocultándose, transcurrirán unos dos mil millones de años. El sol se irá apagando. Lo poco que quede de los mares desaparecerá. La atmósfera se convertirá en una tormenta casi continua de vapores tóxicos.
»Entonces, en un momento del que no sabemos su fecha exacta, aparecerá un terminal de Sys-EM3N huido desde nuestro tiempo, se conectará mediante algún tipo de interfaz a Krashna y lo traerá hasta nuestros días para acabar con todo».
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