- Carretera perdida (Lost Highway)
- No caeré en la trampa de intentar contar de qué trata una película de David Lynch. Esta la he visto decenas de veces y siempre le saco algo. No es de las mejores, pero sale Patricia Arquette y un Mercedes-Benz de 1500 CV de los años 80 («Ahora es cuando la grandiosidad mecánica, 1500 caballos, se nota»). La música, a diferencia de lo habitual en Lynch, no es un refrito de deliciosas antiguallas cincuenteras sino que se arrima a lo industrial con cosas de Trent Reznor, Rammstein, Smashing Pumpkins y David Bowie. Incluso sale Marilyn Manson en un video porno in-universe. Tras intentarlo en Blue Velvet y fallar, aquí consiguió que apareciera la canción a la sirena.
- Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents coups)
- Es una de mis películas preferidas. Si me preguntas qué le encuentro, no sé decirlo. Hay una levedad, una tristeza, una sordidez sin exageraciones. Quizá es el pobre Antoine Doinel metido en esa jaula tan triste y tan minúscula en la comisaría, o cómo llora cuando se lo llevan en el coche celular. O esa rebeldía tan estúpida como ingenua, que les obliga a él y a su amigo del alma René a robar algo tan absurdo como una máquina de escribir para luego tener que devolverla por no saber qué hacer con ella. Y esa búsqueda del mar. No soy el único que le ve algo a esta historia sin antagonistas ni trama; preguntad, por ejemplo, a Luis Eduardo Aute, porque él la recuerda bien.
- After Life
- Ricky Gervais es un tío que ha perdido a su mujer y dice que está deprimido; eso sirve de excusa para ser un borde y soltarle largas peroratas a todo el mundo y para demostrar que los guionistas no tienen ni puta idea de cómo funciona el dolor de la pérdida ni la depresión. Está lleno de chistes gastados y rancios vistos mil veces, como los vídeos en los que su mujer le recuerda desde el más allá que tiene que dar de comer a la perra y sacar la basura porque es un completo inútil que no sabe hacer nada (no sé, quizá sea verdad en los tíos británicos y eso les hace gracia), un psiquiatra o psicólogo gilipollas integral que está twitteando en medio de las sesiones, una compañera que debe ser retrasada que le pregunta por cosas religiosas una y otra vez y que el Ricky aprovecha para soltarle charlas llenas de suficiencia y humillarla una y otra vez, una amistad repentina e inverosímil con yonkis y putas con corazón de oro... En fin. Quizá lo más delirante es dónde trabaja: un diario de pueblo que se distribuye gratis y que da curro a seis o siete personas que no hacen nada pero que les permite tener una casa a cada uno (no sé, quizá eso existe de verdad y explica por qué la economía británica está a punto de colapsarse o lo del Brexit o YO QUÉ SÉ). Ya había decidido que ese era el último capítulo que veía cuando de repente el Ricky se vuelve comprensivo y se reconcilia con todo el mundo mientras varios personajes le dicen varias veces que es una buena persona y que les hace reír, dos cosas que no se han visto en la pantalla ni una sola vez. La serie acaba así. Y pensar que aún me quedan capítulos de Bojack Horseman por ver mientras estoy perdiendo el tiempo con esta mierda.
- Ash vs Evil Dead
- 30 años después de los horrores de Posesión infernal, Terroríficamente muertos y El ejército de las tinieblas, Ash (Bruce Campbell) sigue siendo un capullo y, en una noche de colocón, le lee a un ligue un pasaje del Necronomicon Ex Mortes (que, por alguna razón, aún guarda). Por supuesto, se vuelve a abrir un portal por donde entra el mal, los poseídos, etc. La serie es tan gore, tan tonta y tan divertida como las películas originales (de momento solo he visto la primera temporada). Bruce Campbell sigue partiendo la pana y Lucy Lawless también.
- 300 y 300 el origen de un imperio
- Como quería ver la segunda volví a ver la primera para refrescar la memoria. Como todo el mundo sabe, 300 es casi un viñeta-por-fotograma del cómic de Frank Miller, y eso es tan bueno como malo según lo mires. La segunda es parecida y por lo visto también está inspirada en un cómic, que yo ni siquiera había oído nombrar. Esta segunda parte, que es precuela, cuela y postcuela, no aporta mucho más, es menos estilizada que la primera y bastante menos pretenciosa. Dado que todo es muy de tebeo se podía pensar que no hay ni un gramo de rigor, pero no: la protagonista femenina protagonizada por Eva Green, Artemisia, que parece un personaje de empoderamiento femenino metido con calzador, existió de verdad; aunque no fue una niña perdida, sí era la reina de Halicarnaso, sí luchó a favor de Persia contra el resto de las ciudad-estado griegas y sí era una gran estratega naval que el mismísimo Jerjes admiraba y tenía en cuenta. Se estuvo partiendo los morros en persona con sus 5 barcos en las batallas de Artemisio y Salamina y los griegos se cagaban en las sandalias con solo saber que andaba por allí.
- La librería
- Una película llena de británicos que trata sobre lo rastreros que son los británicos, que es algo que nunca está de más recordar. Una viuda decidida se empeña en montar una librería en un pueblecito de mierda en el que nadie lee y tropieza con todos los caciques y vagos locales que le hacen la vida imposible. Tiene unas cuantas cosas rematadamente absurdas, como hacer un pedido de 250 ejemplares de Lolita para venderlo en su tienda (aquí en España, y ya en el siglo XXI, es imposible vender 250 ejemplares de nada en un sitio que no sea la capital de un autor que no sea Pérez-Reverte, pregunta si no a un librero). Los actores son todos británicos y hacen muy bien su trabajo de comportarse como británicos. El foreshadowing de la estufa de parafina es demasiado evidente. Está dirigida con competencia por Isabel Coixet, que no es británica.
- Love Death and Robots
- Es una antología de cortos de animación que descubrí por casualidad en Netflix y que supuestamente trata de tres de las cosas que más nos gustan en el mundo. Visualmente están todos muy bien, algunos incluso impresionantes. Narrativamente, bastante menos; los guiones son pueriles y los diálogos muchas veces sonrojantes. En mi opinión, el valle inquietante sigue siendo un problema en cuanto aparece una cara humana y me corta todo el rollo. La verdad es que apenas recuerdo nada de ninguna de las historias.